La producción artística ha sido siempre un territorio de fronteras porosas, de convergencias entre medios, discursos, disciplinas, saberes, materialidades: en suma, un territorio intermedial. En los años ochenta del siglo pasado surgió la intermedialidad, tanto como una categoría operativa como un campo disciplinar, cuya intención era disponer de un término que permitiera aludir aquellas obras u objetos culturales conformados por varias esferas mediales y semióticas. Los artículos que conforman este dossier dan cuenta de la riqueza analítica que se puede lograr al considerar esos entrecruces, sobre todo, el que se da entre lo visual y lo verbal o con elementos verbales como material visual. No se trata de una postura logocéntrica sino de defender la relevancia de detenernos a reflexionar sobre las múltiples relaciones entre arte y lenguaje (una relación semióticamente colaborativa que nos sitúa en un modelo interrelacional de la significación).